Luidiyer Ramírez
Muerte. Insalvable destino final. Amargura esperada por viejos caminantes y maldecida por todos. Cuando te presentas joven, aún eres más ruín, canalla, malévola.... El anuncio de tu llegada hace erizar hasta el último rincón de la piel y el escalofrío, brutal, atraviesa los cuerpos como si los perforaras...
Ahí estás, expectante, acechante, no das tregua a la tranquilidad. Nadie se puede fiar de tí, ya que nada se interpone en tu camino.
Miras, observas, eliges a tu antojo, desgarras, destruyes, quiebras el alma... te odio.
Atemorizas, atormentas, desilusionas, siembras tempestades que dejan cicatrices en el corazón... que nunca cerrarán... hasta que vuelvas a presentarte.
Trazas tus silenciosos planes para que nadie pueda burlarte... no importa la edad, tu te llevas todo por delante... sin mirar atrás.
Truncas sueños y ambiciones... haces que tu voz susurre, hasta que los oídos no puedan soportarlo más, clavas una lanza en el costado... como a tí siempre te ha gustado...
Haces que crezca el dolor cada día en los que nos quedamos a contemplar cómo te llevas lo que nos importa... impotentes, abnegados, resignados... te aseguras hacer tan bien tu trabajo que ciegas las almas que llevas y a la vez destrozas las que dejas.
Te engañan, esperas... te desafían, esperas... tú siempre ganas... hasta que decides no jugar más, y por impaciencia... te equivocas... y te llevas a los que no pudieron disfrutar de tu contraria, los que no te tenían en mente, los que no te esperaban...
Y dejas tras de tí un rastro de dolor, llanto y desesperación. Cruel e impasible, esperas otra oportunidad... eres la indeseable invitada que esperas ver lo menos posible...
Ahí estás, expectante, acechante, no das tregua a la tranquilidad. Nadie se puede fiar de tí, ya que nada se interpone en tu camino.
Miras, observas, eliges a tu antojo, desgarras, destruyes, quiebras el alma... te odio.
Atemorizas, atormentas, desilusionas, siembras tempestades que dejan cicatrices en el corazón... que nunca cerrarán... hasta que vuelvas a presentarte.
Trazas tus silenciosos planes para que nadie pueda burlarte... no importa la edad, tu te llevas todo por delante... sin mirar atrás.
Truncas sueños y ambiciones... haces que tu voz susurre, hasta que los oídos no puedan soportarlo más, clavas una lanza en el costado... como a tí siempre te ha gustado...
Haces que crezca el dolor cada día en los que nos quedamos a contemplar cómo te llevas lo que nos importa... impotentes, abnegados, resignados... te aseguras hacer tan bien tu trabajo que ciegas las almas que llevas y a la vez destrozas las que dejas.
Te engañan, esperas... te desafían, esperas... tú siempre ganas... hasta que decides no jugar más, y por impaciencia... te equivocas... y te llevas a los que no pudieron disfrutar de tu contraria, los que no te tenían en mente, los que no te esperaban...
Y dejas tras de tí un rastro de dolor, llanto y desesperación. Cruel e impasible, esperas otra oportunidad... eres la indeseable invitada que esperas ver lo menos posible...
Francisco Belaustegui
Tomado de la siguiente página:
Aprendistes tus primeras letras en nuestro preescolar
Corriste, saltaste y jugaste como todo niño travieso,
Reistes, llorastes y triunfastes junto a tus padres.
Anhelastes sueños,éxitos y triunfos como todo joven soñador.
Corriste, saltaste y jugaste como todo niño travieso,
Reistes, llorastes y triunfastes junto a tus padres.
Anhelastes sueños,éxitos y triunfos como todo joven soñador.
De tu maestra de sexto grado Stella Contramaestre.